21 mayo 2020

Los desafíos de las Ciencias Sociales en tiempos de transformación

Por Arturo Escobar


 Preámbulo: Una doble crisis y la resistencia a la normalidad.

Comienzo con una proposición: Las ciencias sociales (CS) y la teoría social (TS) están en crisis, en un mundo afectado por una crisis civilizatoria. En otras palabras, si el modelo civilizatorio está en crisis, igualmente lo están sus ciencias y conocimientos. Existe una relación íntima entre la crisis civilizatoria y la crisis de las CS, en la medida en que éstas pertenecen a la configuración moderna del conocimiento que es parte integral y uno de los fundamentos de la crisis y del Terricidio. Mi pregunta es: ¿Es posible reconstituir las CS en un estado de transición, al servicio de las transiciones más amplias, civilizatorias? Porque en este momento no lo están. Aclaro, que adopto el concepto de “Terricidio” del Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, iniciado en Argentina hace unos años, con la gran intelectual y activista Mapuche Moira Millán –autora de la excelente novela, El tren del olvido, elocuente saga de la resistencia Mapuche al colonialismo inglés y al Estado-nación argentino, con su proyecto de genocidio, como una de sus fundadoras.


Todes hemos visto la contundente pancarta que dice: No volveremos a la normalidad porque la normalidad era el problema. El gran desafío de las CS es re/construirse como espacio para desafiar la normalidad imperante, el sistema heteropatriarcal, racista y capitalista de la modernidad eurocentrada que destruye la vida. Tomadas como un todo, aun en la mayoría de sus versiones críticas, las CS han funcionado dentro de esta normalidad, siendo funcionales a ella. Por eso a veces digo que la academia, tomada como un todo, es parte de las fuerzas del despojo y de la ocupación ontológica de los territorios y experiencias de los pueblos. Una ruptura con esta normalidad requiere repensar a América Latina desde otras perspectivas civilizatorias, tales como Améfrica Ladina, o Abya Yala/Afro/Latino-América.

Quisiera hacer una serie de anotaciones después de este preámbulo y siento ser tan esquemático:

1) Teniendo en cuenta el tema del congreso LASA (Améfrica Ladina: Vinculado mundos y saberes, tejiendo esperanzas), el primer punto es que las ciencias sociales han cercenado la conexión entre saber y mundo, entre conocimiento y vida (entendida como flujo, como Pachamama, Tierra, Gaia, o mundo-de-la-vida, o como el entramado de interdependencias e interrelaciones de todo lo que existe, Ubuntu).

2) Re-unir la teoría social con la vida requiere examinar su dependencia de la episteme de la modernidad, pues ésta se estableció históricamente desde una separación del flujo de la vida. Como es bien sabido, esta episteme se ha construido sobre dos dualismos fundamentales: la división colonial, entre Occidente y no-Occidente, y la división antropocéntrica, entre humanos y no-humanos. Las CS y todas sus prácticas (paradigmas, tendencias, conceptos, disciplinas, esferas preconstituidas tales como “economía”, “sociedad”, “cultura”, “individuo”, así como todo proyecto de investigación y tesis, etc., etc.) funcionan desprevenidamente dentro de esta episteme.

3) Desde hace algún tiempo, en las últimas décadas, ha estado surgiendo la posibilidad de una episteme post-ilustrada, post-occidental y post-académica, así como de una teoría social autónoma. Podríamos lanzar una hipótesis: Améfrica Ladina, concebida como un exquisita e intensa malla de interrelaciones, incluyendo el entramado-pensamiento, podría estar encaminándose, por una combinación de complejos procesos sociales (luchas, re-existencias, subjetividades, actores, conocimientos, movilizaciones, teorías, sentipensares, tejinandares, debates intelectuales y activistas, redes, espacios académicos descolonizados), hacia un pensamiento resistente a, y diferente, de la episteme dominante globalizada.

4) Este sería un pensamiento explícitamente colectivo y potencialmente comunizante y re-localizador, propiciador de subjetividades que ya no reproduzcan con tanta disposición las lógicas seductoras de la modernidad y el capital con sus ontologías heteropatriarcales de la separación, la jerarquía, la apropiación, el control, la violencia y la guerra. (Porque esto es lo que vemos en el mundo actual, ¿no es así?).

5) Los debates y las luchas en el continente estarían alcanzando un umbral de intensidad tal que harían del surgimiento de esa otra episteme elaborada colectivamente una posibilidad real. Vemos esta intensidad en los pensamientos feministas, afrodescendientes, indígenas y ambientalistas, pero empieza a vislumbrarse en muchas otras áreas del saber, desde las comunicaciones, lo digital y el arte, a las economías alternativas, la salud y el diseño, además de toda una serie de manifestaciones campesinas y urbanas recientes. Para propiciar una episteme verdadera alternativa, tenemos que ir más allá del discurso y la teoría, para enfocarse en los dilemas y problemáticas más sobresalientes de la realidad actual, con una voluntad activamente abierta a la diversidad, capaz de convertirse en un vector claro de transformación. Muy lejos quedaría la preocupación por los rankings y las jerarquías de conocimientos, si se lograra, especialmente por impulso de investigadorxs jóvenes, colaborar hacia una especie de meta-pensamiento o inteligencia colectiva que responda a la pulsión por la vida que se siente con intensidad particular en el continente telúrico que nos ha tocado en bien habitar. Como de la manera en que los músicos y músicas describen a veces sus colaboraciones y performances colectivas, sería cuestión de que todxs hiciéramos “lo que es mejor para la música como un todo”, y no para este o aquel músico o instrumento –o conocedora o conocedor– en particular.

6) Se trataría del diseño colectivo de todo un entramado de pensamiento e investigación, una especie de meta-sistema de pensamiento crítico, íntimamente vinculado con la acción transformadora sobre los problemas más acuciantes de la realidad y como práctica política que propicie subjetividades diferentes a las subjetividades patriarco-capitalistas, consumistas y tecno-centradas.

Algunas ideas adicionales sobre esta hipótesis. Estamos hablando de:

  • Un “meta- pensamiento” o episteme colectiva, no como la expresión de autores o tendencias particulares, sino como resultado de complejos procesos emergentes en el continente (sociales, onto-epistémicos, económicos, políticos, ecológicos y no-humanos).
  • Teoría “pobre”, minimizando los egos y maximizando el proceso colectivo y las prácticas comunitarias y, por tanto, podría decirse “post-académica”.
  • Radical pero amplio y pluralista al mismo tiempo, en lo social y lo epistémico.
  • Que privilegie las categorías y experiencias de las víctimas del sistema de dominación.
  • Que surja desde múltiples lugares de enunciación, desde colectivos y comunidades hasta la academia.
  • Conocimientos que se conciban y construyan desde el espacio epistémico de las comunidades en resistencia, de los colectivos y de los movimientos.
  • Que sean producto de formas de trabajo profundamente colectivas, investigación acción colectiva, co-labor y corazonamiento, pedagogías decoloniales, sentipensamiento, tramas y mingas por el conocimiento y para el buen vivir, etc.).
  • Que circulen explícitamente desde y entre los espacios políticos subalternos –es decir, donde activamente se construyen mundos y conocimientos de otro modo–; no se producen única o principalmente para circular en la academia, aunque esto también puede ocurrir. Que mantengan una relación con la academia desde la autonomía de las categorías de pensamiento y de las experiencias subalternas.
  • Que el objetivo fundamental sea contribuir a las luchas por la (re)constitución de mundos desde las categorías y las experiencias de los actores en lucha y resistencia.

Finalmente, algunas características adicionales desde una perspectiva académica. Los conocimientos, saberes y marcos interpretativos que habiten esta episteme colectiva, puede decirse que:

  • Van más allá de la epistemología y ontología modernas de la separación, de sujetos, objetos y procesos entendidos como intrínsecamente existentes.
  • Problematizan las disciplinas e interdisciplinas tales como se encuentran actualmente constituidas.
  • Cuestionan el antropocentrismo, el androcentrismo y el logocentrismo constitutivos de los conocimientos académicos, tomados como un todo.
  • Se orientan hacia una episteme no dualista o post dualista y se abren a la perspectiva de entender la realidad a partir de su profunda relacionalidad constitutiva.
  • Acogen, por lo tanto, los polos reprimidos de los binarios de la modernidad, tales como el cuerpo, las emociones, lo espiritual, los sentimientos, la intuición y la inspiración artística.
  • Desde este nuevo espacio onto-epistémico, proponen relecturas novedosas del patriarcado, el capitalismo, el racismo y la modernidad, así como de las múltiples resistencias frente a estos, y promueven diálogos y prácticas para la reconstitución de mundos de formas decoloniales, pos desarrollistas y pluriversales.

Para concluir: Las ciencias sociales modernas han sido funcionales al sistema de dominación y de construcción de mundo que está en crisis. He sugerido que está en capacidad de reconstituirse como un espacio para actuar-pensar al servicio de la vida y las autonomías, como praxis de liberación y de sanación y cuidado del tejido de la vida, contribuyendo así a un pluriverso no patriarcal, noraciasta, postcapitalista, y no liberal, que se conciba como tomando lugar en un universo vivo. Podríanconvertirse en una fuerza transformadora desde y para el entramado de la vida. Pero enfatizo que es todavía una potencia. Caminar en esta dirección requiere de una voluntad decidida para embarcarse en un proceso genuinamente colectivo de autonomía epistémica dentro de una concepción de mundo en resistencia, y completamente opuesta, a la cosmovisión patriarcal capitalista globalizada. Estamos aún lejos de esta meta, pero hacia allí pueden enrutarse las imaginaciones disidentes de este siglo.


[1] Antropólogo colombiano. University of North Carolina at Chapel Hill. Ponencia presentada en el Panel presidencial “Los desafíos de las Ciencias Sociales ante un mundo en transformación”, en el Congreso de LASA 2020.